jueves, 24 de diciembre de 2009

La OPEP revisa al alza su estimación de demanda mundial de petróleo para 2010

http://ecodiario.eleconomista.es/espana/noticias/1773127/12/09/La-OPEP-revisa-al-alza-su-estimacion-de-demanda-mundial-de-petroleo-para-2010.html

La Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) revisó ligeramente al alza su estimación de demanda mundial de crudo en 2010, que debería aumentar un 1% gracias a los países emergentes, tras dos años de retroceso debido principalmente a la crisis económica.
El crecimiento esperado de la demanda en 2010 estará liderado por los países emergentes, con China e India a la cabeza, ya que la demanda debería continuar cayendo en las naciones más ricas del mundo, según prevé la OPEP, que suministra el 40 % de la producción mundial.
En efecto, la demanda de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) retrocederá cerca de un 0,3% en 2010, debido principalmente a la débil reactivación económica en Europa, según las últimas estimaciones.
El informe de la OPEP es más pesimista que el de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que representa a los países consumidores y que revisó al alza su estimación de demanda mundial de 2010 al 1,7%.
Resulta evidente la estrecha relación que existe entre los mercados no competitivos y el mercado oligopolítico del petróleo, representado por la OPEP, en el caso que nos ocupa.
Los mercados no competitivos son aquellos en los que el productor o productores son lo suficientemente grandes como para tener un efecto notable sobre el precio. En estos mercados el precio no se acepta como un dato ajeno, sino que los vendedores intervienen activamente en su determinación. Dentro de estos mercados se encuentra el oligopolio, que en el caso que nos ocupa, aparece porque existen pocos productores de una materia prima como es el petróleo.
El mercado oligopolístico se caracteriza por la existencia de un número reducido de vendedores que ejercen un cierto control sobre el precio y que son mutuamente interdependientes. Al existir pocos productores en el mercado, las reacciones y decisiones de uno de ellos afectan y se ven afectadas por las acciones y decisiones de los otros participantes.
Otro ejemplo claro de mercado oligopolístico es el financiero. En España, un número reducido de grandes bancos, cada uno con sus bancos filiales, controla el mercado financiero.
El funcionamiento de los mercados no competitivos queda perfectamente reflejado a través del caso concreto que nos ocupa, el oligopolio.
Dentro de un oligopolio las empresas tratan de determinar sus precios basándose en las previsiones de su función de demanda (en lo que esperan vender) y teniendo en cuenta a la vez las reacciones de sus rivales, lo que suele producir cierta incertidumbre. Para controlarla en la medida de lo posible, caben diversas posibilidades:
 Tratar de anticipar las acciones de los rivales y diseñar estrategias en consecuencia.
 Iniciar guerras de precios. Las guerras de precios surgen cuando las empresas integrantes de un oligopolio tratan de incrementar su cuota de mercado llevando a cabo reducciones de precios sucesivos.
 Formar un cártel, esto es, cooperar, en vez de competir. En este caso, caben dos posibilidades, repartirse el mercado, actuando de hecho como si fuesen un monopolio o simplemente ponerse de acuerdo en los precios.
Probablemente el cártel más conocido internacionalmente sea la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Los países integrantes se reúnen regularmente para fijar los precios de venta del petróleo.
Este cártel empezó a funcionar activamente a partir de 1973 y durante los primeros años logró, mediante restricciones en la oferta, plenamente sus objetivos, pues el precio del barril de petróleo pasó de 4 dólares en 1973 a 39 dólares en 1980.
La primera crisis de la historia del petróleo, en 1973, despertó a los países occidentales del sueño de un crudo inagotable a precio de saldo.
Este hecho pone de manifiesto el control sobre el precio del petróleo que tienen los países que configuran la OPEP. En sus manos está que el suministro se expanda o se ralentice; que el precio se dispare o disminuya. La decisión de este cártel de aumentar o disminuir su nivel de producción determina en gran medida la oferta en el mercado de esta materia prima, incidiendo directamente sobre su precio. En este caso, la oferta no debe considerarse como una cantidad fija, sino como una relación entre la cantidad que los vendedores estarían dispuestos a ofrecer y el precio al que se ofrece en el mercado.
La obtención de los máximos beneficios en un mercado oligopolístico como el del petróleo, cuyos partícipes optan por alcanzar acuerdos, se consigue haciendo que la producción total de los países que integran el oligopolio sea exactamente igual a lo que produciría un monopolio. Es decir, los participantes se ponen de acuerdo para limitar sus ventas.
Desde el inicio de la crisis económica internacional, la mayoría de los países consumidores de petróleo han reducido considerablemente la demanda de esta materia prima, sólo las economías emergentes (China e India) han incrementado su consumo arrastradas por su impresionante desarrollo económico.
Las previsiones parecen apuntar hacia un ligero repunte de la economía mundial, lo que sin duda repercutirá en un aumento de la demanda de esta materia prima. Un factor que sin duda hará que el precio del petróleo vuelva a subir.
La OPEP como buen oligopolio no produce sólo en función de la demanda del mercado, sino fundamentalmente en función de sus objetivos. Por eso, aumentará o reducirá su oferta principalmente atendiendo a sus intereses económicos.
En mi opinión, debe apostarse por las energías renovables, es decir, por aquellas que se producen de forma continua y son inagotables a escala humana: solar, eólica, hidráulica, biomasa y geotérmica. Porque las energías renovables son fuentes de abastecimiento energético respetuosas con el medio ambiente. Esto no significa que no ocasionen efectos negativos sobre el entorno, pero éstos son infinitamente menores si los comparamos con los impactos ambientales de las energías convencionales (combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón; energía nuclear, etc.) y además son casi siempre reversibles.
Como ventajas medioambientales importantes podemos destacar la no emisión de gases contaminantes como los resultantes de la combustión de combustibles fósiles, responsables del calentamiento global del planeta (CO2) y de la lluvia ácida y la no generación de residuos peligrosos de difícil tratamiento y que suponen durante generaciones una amenaza para el medio ambiente como los residuos radiactivos relacionados con el uso de la energía nuclear.
Otras ventajas a señalar de las energías renovables son su contribución al equilibrio territorial, ya que pueden instalarse en zonas rurales y aisladas, y a la disminución de la dependencia de suministros externos, ya que las energías renovables son autóctonas, mientras que los combustibles fósiles sólo se encuentran en un número limitado de países.

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